
DEFENDIENDO LA SOLICITUD DE DONACIONES: UN MANIFIESTO PARA ORGANIZACIONES SIN ANIMO DE LUCRO
“Mientras tu continúas haciendo dinero, yo seguiré cambiando el mundo."
Estoy harto de ofrecer disculpas por solicitar donaciones para mi causa social.
Actualmente, trabajo en una organización sin ánimo de lucro que está haciendo cosas importantes para cambiar el mundo. De manera innovadora y sostenible, mi organización ataca grandes problemáticas humanas. Creo mucho en lo que hacemos; estamos introduciendo un cambio en la manera como el mundo combate la pobreza.
Me pregunto entonces, ¿por qué uno de mis mejores amigos — una persona de mucha experiencia en el sector privado — me recomendó no liderar una causa social?
El me advirtió: “Ten cuidado; te vas a encajonar, te convertirás en un simple recolector de donaciones.” Creo que mi amigo tenía una perspectiva muy diferente sobre el reto que estaba asumiendo.
Los líderes que más admiramos tienen visión, valores y sentido de compromiso, además de gran motivación y pasión por lo que hacen. Transitan por el planeta, insatisfechos con el ‘status quo.’ Permanentemente, hablan del cambio que desean en el mundo. Dedican su tiempo a armar equipos dedicados a lograr ese cambio. Los líderes de organizaciones sociales suelen preguntarse: Es suficientemente significativa mi causa para renunciar a una vida más cómoda? Justifica dejar de lado otras oportunidades de trabajo, y un salario mayor y más estable para dedicarme a esto todos los días, por años o por décadas, todo con el fin de lograr un cambio en el mundo? Qué tan importante es el problema que estoy tratando de resolver?¿Estoy tratando de asegurar que las mujeres tengan acceso a instalaciones seguras de maternidad? ¿Estoy llevando agua potable a la población pobre para prevenir enfermedades en los niños? ¿Estoy protegiendo a refugiados de genocidio? ¿Estoy proporcionando actividades extra-curriculares para niños en riesgo?¿Estoy dándole apoyo a personas sufriendo de enfermedades crónicas?
No sé si a y ti, pero a mi estas cosas me suenan importantes. En los últimos veinte años hemos presenciado un crecimiento sin precedentes en las fortunas globales. Actualmente, en Norteamérica hay 95,000 individuos con activos de $30 millones de dólares o más, listos para ser invertidos. Adicionalmente, el mercado actual dispone de más de 60 millones de millones de dólares en activos disponibles para inversión. Cada vez más, éstas fortunas se están enfocando en buscar soluciones de largo plazo a los grandes problemas que aquejan al mundo, incluyendo la escasez de energía y agua potable, el efecto invernadero, la escasez de productos básicos, la baja calidad de los sistemas de salud y educación, y la pobreza extrema, entre otros. Hace años decidí dedicar mi tiempo, espíritu y energía para convertir en realidad mi visión de un mejor futuro para la gente. Entonces, ¿por qué debo tener miedo de pedirle plata a la gente? ¿Por qué debo temer decir que éste problema es tan importante y urgente que debemos invertir tiempo y dinero para tratar de solucionarlo? Por qué debo temer si estoy dedicando mi vida entera a solucionar este problema?
Por qué insiste mi amigo en decir que me equivoco al pedirle a los adinerados que se unan y dediquen un poco de sus recursos a mi obra? Tal vez el piensa que pedir dinero es eso, pedir dinero. Pero, en realidad, no es solo eso. Pedir dinero para una buena obra social también es inspirar a otros a ver al mundo de otra manera, es invitar a otros a entender la problemática y compartir la visión de cómo superarla. O tal vez mi amigo cree que porque la riqueza está estrechamente asociada al poder, pedir dinero a quien tiene mucho es una conversación entre desiguales. Pero, ¿qué tal empezar una conversación con un potencial donante de la siguiente manera?: “Tu eres increíblemente exitoso haciendo dinero y yo soy increíblemente exitoso generando un cambio. Desafortunadamente, el cambio que quiero generar en el mundo no genera mucho dinero. Pero mi conocimiento sobre cómo lograr éste cambio es tan valioso e importante como el tuyo de generar riqueza. Entonces, te propongo que dividamos para conquistar: tu continúa haciendo dinero y yo continuaré generando el cambio y, si quieres compartir tus conocimiento para apoyar mi obra, pues mucho mejor. Cada uno seguirá enfocado en lo que mejor sabe hacer. Así construiremos un mundo mejor.” Todos odiamos el rechazo, tememos que la respuesta sea “NO.” Ser rechazado al solicitar una donación es doblemente impactante. Primero, el temor de preguntar, y luego, la negativa. Ellos tienen el poder de decir NO. Y nosotros solo nos queda la opción de retirarnos cabizbajos y con las manos vacías. La invitación es a que superemos el rechazo. Nuestra obra continúa. Es cierto, compartimos nuestra idea con alguien a quién no convencimos, pero es probable que nuestra historia lo haya dejando pensando. Tal vez en el futuro lo podamos convencer, o tal vez comparta nuestra historia con sus amigos. En el peor de los casos, hemos aprendido una lección sobre como presentar nuestra historia de mejor manera en una próxima oportunidad. En fin, no recibimos dinero pero logramos un cambio. Conozco a gerentes de organizaciones sociales que odian pedir donaciones. Un gerente social que piense que pedir donaciones no es su responsabilidad, simplemente está equivocado o mal informado. El ejecutivo de una organización social es también el “evangelizador” de una idea. Debe convencer al mundo sobre el cambio al que pretende lograr.
Mientras algunos piensan que pedir plata es un mal necesario, otros opinamos que conversar con personas poderosas e influyentes acerca del cambio que pretendemos lograr para la humanidad es verdaderamente importante. Si tus ideas, programas, equipo, objetivos e impacto son buenos, ¿no crees que la gente acomodada debería estar dispuesta a financiarlas? Si decidiste dedicar tu vida a este trabajo, ¿no crees que debes ser capaz de convencer a otro de que vale la pena apoyar tu obra? En el mundo de negocios nada sucede sin un producto poderoso que, acompañado de una historia igualmente persuasiva, supere a sus competidores en el mercado y motive al público a actuar. Es el caso de Apple. La gente se emociona tanto con sus productos que bloguean sobre los próximos lanzamientos, indagan en Internet sobre patentes, diseminan ideas y rumores sobre lo que se aproxima y convencen a sus vecinos de que Apple es sinónimo de moda. Crees que esto pasaría si Steve Jobs no hubiera vivido y respirado la marca cada día de su vida? Entonces, ¿cómo es posible que en nuestro sector hayamos creado la ilusión de que el cambio e impacto al que aspiramos puede suceder sin esta clase de energía y compromiso? ¿No crees que crear un grupo de “evangelizadores” comprometidos y apasionados con tu causa puede amplificar el cambio al que aspiras? No importa si reúnes a 300 individuos poderosos, inteligentes y acaudalados o a 300 millones de individuos que creen en tu visión de cambio. Si son apasionados y les facilitas los medios para ayudar, sin duda incrementarán tu impacto. Solicitar donaciones generalmente se refiere a una transacción en la que uno recibe recursos de un donante y éste no recibe nada a cambio. Nada más lejos de la realidad. Un donante recibe la gran satisfacción de haber ayudado a mejorar el mundo, de haber cumplido con su responsabilidad de ciudadano solidario. Seguiré corriendo el riesgo de recibir un rotundo NO; seguiré siendo “evangelizador,” narrador, educador y soñador intenso. Seguiré subiéndome en mi propia tarima; seguiré siendo la mujer o el hombre del megáfono, o el candidato del cambio. Seguiré hablando sobre mis ideas con cuantas personas me sea posible. Seguiré comunicando vía boletines, Facebook, Twitter, revistas, y en foros y conferencias. Seguiré tratando de capturar la imaginación de potenciales donantes; seguiré invitándolos a cambiar el mundo. ¿Y tú?
Adaptado de artículo de Sasha Dichter
Twitter: @samuelazout
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