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Filantrocapitalismo

 

 

Filantrocapitalismo es la práctica de utilizar principios de negocios en el sector social. Esta idea de introducir prácticas empresariales para impulsar cambios sociales es un enfoque que ha ganado mucho terreno en los últimos años . En la actualidad, muchos de los más grandes filántropos se concentran en apoyar organizaciones que utilizan las fuerzas del mercado para alcanzar objetivos sociales. Durante siglos la caridad asistencialista dominó el mundo de la filantropía. Pero ahora el filantrocapitalismo se ha convertido en el nuevo paradigma. El filantrocapitalismo, promovido por figuras de la talla de Bill Clinton y Bill Gates, ha hecho posible que cientos de miles de desposeídos mejoren sus condiciones de vida. Sus organizaciones – Fundación Bill & Melinda Gates e Iniciativa Global Clinton – han hecho grandes inversiones para mejorar la salud, la agricultura y acceso a crédito para los más excluidos, especialmente en Africa. Según los filantrocapitalistas, la debilidad de las organizaciones del sector social radica en su dependencia en donaciones y contribuciones voluntarias. Si las organizaciones sociales introdujeran prácticas gerenciales y se comportaran más como empresas serían más fuertes y sostenibles. Es decir, aquellas organizaciones sociales que utilizan los mercados para generar ingresos son más efectivas porque no dependen de donantes para generar impacto. Los filantrocapitalistas argumentan que prácticas gerenciales básicas tales como la elaboración de planes de negocios, la rendición de cuentas y la aplicación de procesos bien diseñados, permitiría un gran salto en el desempeño de organizaciones no gubernamentales (ONG’s) y fundaciones privadas. Es una idea bastante seductora en vista de que muchas de las organizaciones sociales históricamente han demostrado ineficiencias, ineficacias y dificultades en lograr impacto a gran escala. Los filantrocapitalistas insisten en las bondades de extender los principios del libre mercado a los proyectos impulsados por la sociedad civil. Ellos asumen que lo que funciona en el sector privado debe funcionar en el sector ciudadano y han propuesto crear un ‘mercado social de capitales’ por medio del cual las organizaciones sin ánimo de lucro entrarían a competir por recursos. En otras palabras, los donantes solo entregarían dinero a organizaciones sociales de comprobada eficiencia y eficacia. Mediciones serias y objetivas publicadas en Internet le permitiría a los donantes comparar desempeño entre diferentes organizaciones. Sería algo similar al mercado de valores donde los inversionistas tienen a su disposición la información de las diferentes empresas para tomar decisiones de inversión. Pero el filantrocapitalismo también tiene sus detractores. Para los enemigos del filantrocapitalismo, la lógica de los negocios es muy diferente a la lógica de la transformación social. Por ejemplo, las ideas redistributivas y de justicia social son elementos ajenos a los capitalistas. Prueba de esto es la frase del hombre mas rico del mundo, el empresario Mejicano Carlos Slim – “la riqueza es como un árbol, se distribuye la fruta pero no la rama.” Como sugiere Matthew Bishop, autor del libro Mitos y Realidades del Filantrocapitalismo, “seguramente Slim piensa que la rama, el árbol y el bosque le pertenecen solo a el.” En los negocios se premia el crecimiento, el tamaño de las ventas y la participación de mercado, pero la interacción de la gente con las instituciones no se valora lo suficiente. Un inversionista privado pregunta: “Cuantas son las utilidades?” Es decir, los inversionistas privados, miran los rendimientos y los dividendos pero poco toman en cuenta las relaciones entre los diferentes actores. En el sector social se le da mas importancia a la interacción entre la organización y la sociedad civil. Por esto, el resultado de la gestión es más difícil de medir que en una empresa privada. Además, en lo social el verdadero impacto se ve en el largo plazo. Las intervenciones sociales proponen cambios sistémicos, los cuales generalmente requieren movilización social, acción política y articulación con el Estado. Las aventuras empresariales muchas veces ignoran estos elementos. La aplicación de prácticas privadas en el sector ciudadano puede resultar menos conveniente de lo que parece. Sin embargo, alinear rendimientos sociales y ambientales con rendimientos económicos es el mayor reto de nuestra época. Porque lo cierto es que si queremos una sociedad justa y un planeta sostenible debemos insistir en promover solo aquellas empresas que les va bien haciendo el bien. .

 

Twitter: @samuelazout

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